Picor sorpresa, flujo con personalidad propia o ese olor que nunca pediste en tu playlist íntima. Un cambio en el equilibrio de la microbiota puede ocurrir a cualquier edad y es la causa principal de muchas infecciones vaginales, que pueden afectar a mujeres de diferentes edades. Respira: no es drama, es microbiota en huelga. Candidiasis y vaginosis bacteriana son visitantes frecuentes —molestas, sí; remediables, también—cuando sabes qué les pone las maletas en la puerta. Spoiler: los lactobacilos montan car-sharing hasta tu vagina y le devuelven el pH a su carril preferente.
El ecosistema de la vagina: una comunidad en equilibrio (hasta que deja de estarlo)
Imagina tu zona íntima como un jardín botánico de lactobacilos: bacterias buenas que mantienen el pH bajo control (ácido, entre 3.8 y 4.5) para que nada se desmadre. Pero a veces ese equilibrio se altera —por antibióticos, cambios hormonales, estrés, o incluso por usar geles con pH inadecuado— y aparecen visitantes no deseados. Entre los principales factores de riesgo para el desequilibrio vaginal se encuentran la raza, el hábito de fumar, el uso de productos de higiene íntima y el número de parejas sexuales, ya que todos estos pueden aumentar la probabilidad de desarrollar infecciones como la vaginitis o la vaginosis bacteriana. Cuando el equilibrio se pierde, diferentes microorganismos pueden proliferar y causar infecciones.
Candidiasis vaginal: cuando los hongos se mudan sin pedir permiso
La vaginitis es una infección vaginal cuyo agente causal es la Cándida albicans, un microorganismo que normalmente está presente en pequeñas cantidades en tu cuerpo, pero que en ciertas condiciones crece más de la cuenta.
Síntomas típicos:
- Picor intenso
- Enrojecimiento e inflamación
- Flujo vaginal espeso, blanco y sin olor (tipo “queso cottage”). Por ejemplo, en algunos casos el flujo puede ser más grumoso, mientras que en otros puede ser más cremoso o ligeramente acuoso.
- Dolor al orinar o tener relaciones
Culpables frecuentes: uso de antibióticos, ropa muy ajustada, humedad constante o bajones de defensas.
La candidiasis puede presentarse en varias ocasiones a lo largo de la vida, incluso después de un tratamiento adecuado.
Vaginosis bacteriana: más común de lo que se admite en voz alta
Las causas más frecuentes de la vaginosis bacteriana incluyen el desequilibrio de la flora vaginal debido a infecciones bacterianas, el uso de productos irritantes y el aumento en el número de parejas sexuales. Existen diferentes tipos de infecciones vaginales, siendo la vaginosis bacteriana una de las más comunes. El riesgo de desarrollarla puede incrementarse con el número de parejas y la relación sexual sin protección.
Es una infección vaginal con un desequilibrio donde las bacterias “malas” (como Gardnerella vaginalis) se multiplican y desplazan a los lactobacilos.
Síntomas de la vulvovaginitis típicos:
- Secreción vaginal grisácea y abundante
- Secreción con olor fuerte, tipo “pescado” (sobre todo después de relaciones íntimas)
- A veces picor leve o ardor por la irritación
Importante: no es una ETS, pero sí puede aumentar el riesgo de infección de transmisión sexual y otras ITS si no se trata.
¿Cómo saber si algo no va bien? Síntomas y señales de alerta que no debes ignorar
La vagina suele avisar cuando el equilibrio se va de vacaciones, y saber escuchar esos mensajes es clave para tu salud. Si notas un flujo vaginal diferente al habitual —ya sea en cantidad, color o textura—, picazón persistente, molestias o ardor en la zona, olor desagradable que no se va ni con playlist nueva, o dolor al tener relaciones sexuales o al orinar, tu cuerpo te está pidiendo atención. Estos síntomas pueden ser la forma en que la vaginitis, la vaginosis bacteriana o la candidiasis vaginal se presentan en escena.
No ignores señales como enrojecimiento, inflamación de la vulva o cambios en el flujo, ya que pueden indicar la presencia de agentes como bacterias, hongos (por ejemplo, candida albicans) o incluso parásitos como trichomonas vaginalis. Además, algunas infecciones vaginales pueden transmitirse a través de relaciones sexuales, como la clamidia (chlamydia trachomatis), aumentando el riesgo de complicaciones si no se tratan a tiempo.
Recuerda: la higiene adecuada, el uso de ropa interior de algodón y evitar productos que alteren la flora vaginal son aliados para mantener el equilibrio. Si tienes dudas o los síntomas persisten, consulta a tu médico. Detectar a tiempo una infección vaginal es la mejor forma de evitar que una molestia se convierta en un problema mayor.
¿Qué pasa si lo dejas pasar? Las consecuencias de ignorar una infección vaginal
Dejar pasar una infección vaginal no es solo cuestión de incomodidad: puede convertirse en un verdadero problema de salud. Si una vaginosis bacteriana o una candidiasis vaginal no reciben tratamiento, pueden abrir la puerta a complicaciones como la enfermedad inflamatoria pélvica, que puede causar dolor crónico, afectar la fertilidad e incluso aumentar el riesgo de embarazo ectópico. Además, las infecciones vaginales no tratadas pueden facilitar la transmisión de enfermedades de transmisión sexual, como el VIH o la sífilis, elevando el riesgo para tu salud y la de tu pareja.
Las infecciones vaginales recurrentes o mal tratadas pueden afectar tu calidad de vida, provocando molestias constantes, dolor durante las relaciones sexuales y una sensación de malestar general. Por eso, ante cualquier síntoma, lo mejor es buscar atención médica: un diagnóstico y tratamiento a tiempo pueden evitar complicaciones y devolverte el bienestar.
Recuerda, cuidar tu salud vaginal es cuidar tu vida. No hay motivo para sentir vergüenza: las infecciones vaginales son comunes y tienen solución. Consulta a tu médico, sigue el tratamiento adecuado y mantén hábitos saludables para prevenir futuros episodios. Tu zona íntima —y tu bienestar— te lo agradecerán.
¿Cómo se trata la infección vaginal? Spoiler: con ciencia, no con recetas de abuela
Ambas tipo de infección vaginal requieren diagnóstico médico. El tratamiento más común para la candidiasis son antifúngicos (óvulos o cremas). Para la vaginosis, se usan antibióticos.
Pero hay algo que puedes hacer para prevenir recaídas: mantener el pH vaginal en su zona de confort y ayudar a tus lactobacilos con probióticos específicos.
Qué puedes hacer hoy (sin drama, pero con datos)
- Lava con productos de pH fisiológico (≈ 4.5). Los geles con pH 8 están pensados para otras situaciones específicas.
- Evita duchas vaginales: eliminan bacterias buenas.
- Usa ropa interior de algodón y cámbiala después de hacer ejercicio.
- Dale amor a tu microbiota con probióticos orales o vaginales (especialmente si tomas antibióticos o pasas por cambios hormonales).
La fórmula contra las infecciones vaginales recurrentes: Actifemme® Óptima
Cuando una infección vaginal empieza a parecer visitas mensuales (y no precisamente la regla), recuerda que estas infecciones pueden presentarse en varias ocasiones a lo largo de la vida. Es momento de actuar en serio. Actifemme Óptima es la fórmula avanzada para restaurar y mantener la microbiota vaginal en su mejor forma: fuerte, equilibrada y sin dramas.
¿Qué hace diferente a Actifemme® Óptima?
- Contiene cepas específicas de probióticos (como L. rhamnosus y L. plantarum) con estudios que respaldan su acción frente a bacterias y hongos oportunistas.
- Funciona desde dentro: los lactobacilos llegan vivos al intestino y desde ahí hacen “car-sharing” hasta tu zona íntima, donde se instalan y refuerzan el ecosistema vaginal.
- Apto para todos los ciclos de vida y para mujeres de todas las edades: embarazo, lactancia, antibióticos, niñas desde los 3 años.
Ideal si…
- Has tenido candidiasis o vaginosis y no quieres repetir la historia.
- Estás tomando antibióticos y quieres evitar “efectos secundarios vaginales”.
- En casos de infecciones vaginales recurrentes o síntomas persistentes, se recomienda el uso del producto para ayudar a restaurar el equilibrio.
- Quieres prevenir molestias sin recurrir constantemente a tratamientos.
¿Sabías que…?
La mayoría de las mujeres tendrá al menos una candidiasis en su vida, y la vaginosis bacteriana es la causa más común de flujo anormal en mujeres en edad fértil, siendo una de las principales causas de alteraciones en las zonas genitales. Entre las infecciones vaginales frecuentes también se encuentra la tricomoniasis, que puede afectar distintas zonas y, en ocasiones, extenderse al cuello del útero. A pesar de ser comunes, estas infecciones pueden tener consecuencias graves si no se tratan, por lo que es importante estar atentas a los signos de alerta, como cambios en el flujo, picor o enrojecimiento. Los lactobacilos —sí, esos héroes microscópicos— son clave para mantener el pH y prevenir infecciones vaginales recurrentes.
Desata tu vitalidad femenina— y déjale claro a tu zona íntima que aquí manda el equilibrio.